miércoles, 21 de diciembre de 2011

Lo que el viento se llevó...

Este blog no podría existir sin las películas. Hoy quiero hablaros de una de las joyas de la cinematografía que a sus más de setenta años no ha perdido actualidad. Es uno de los grandes clásicos, de las películas imprescindibles y, sí, también una de mis favoritas.

Esta es una película de guerra, de amor, de esclavitud, de los tiempos que fueron y no volverán. Una historia de arquetipos que el cine ha dejado como una joya irrepetible.


La historia comienza en el sur de los Estados Unidos antes de la guerra de secesión. Los sureños disfrutan de una plácida vida de fiestas, algodón, esclavos, damas y caballeros en un mundo que se resquebraja bajo sus pies. El orgullo les impulsa a una batalla en la que pretenden que los ideales y las buenas formas defiendan sus valores ante la industria, el progreso y el equipo armamentístico norteño al que se enfrentan.
Pero centremos la vista en esa mujer. ¿Quién es esa caprichosa y adorable adolescente de ojos verdes y mirada altiva que hipnotiza a cada hombre que la saluda? Es Scarlett, Scarlett O’Hara, el sueño de todo hombre y la envidia de toda mujer… en la historia, claro está. Porque Scarlett representa la fuerza interna, primitiva, inocente y, sobre todo, bella que toda mujer anhela.

Mientras coquetea prácticamente con todos los hombres allí reunidos busca un hueco para declarar su amor al único que desea: Ashley. Pero la escena no se desarrolla como esta rica jovencita espera porque él va a casarse con otra.
Ashley Wilkes, arquetipo del noble caballero que no logrará reponerse a la destrucción del mundo para el que nació, es de otra naturaleza. Una naturaleza que se corresponde con Melany Hamilton, arquetipo que representa la bondad del espíritu y la fragilidad del cuerpo.

Testigo por accidente de la declaración frustrada de Scarlett es Rhett Butler. Un apuesto negociante cuya vida se alejó hace tiempo ya de las sutilezas y maneras de una nobleza a la que decidió no pertenecer. Irónico y seguro. Zorro astuto que sabrá desenvolverse en un mundo donde el individualismo y el capital arrastrarán con todos los convencionalismos de una época. Soltero por vocación, contrario a las ataduras del matrimonio, este hombre, en definitiva, el hombre que toda mujer construye como arquetipo ideal, se enamorará de esa jovencita caprichosa y llena de fuerza.
Pero la guerra llega para transformar la vida de estos personajes en una muy distinta a la que habían planificado.
Devastados, habiéndoles sido sustraído todo aquello que amaban o en lo que creían, deberán reconstruir sus vidas.
La lección de la guerra mudará a la coqueta jovencita Scarlett en una mujer hermosa y astuta que se erguirá ante la desolación para transformarla en fortaleza. Tara, la tierra de su niñez, de sus orígenes, de su herencia irlandesa: la tierra roja de Tara, hará que renazca el fénix que es Scarlett.

Mientras tanto, el compromiso aceptado por Scarlett con Ashley de ayudar a Melany, hará surgir entre ambas la amistad, el reconocimiento y la admiración entre estos dos personajes tan distintos, revelando que la grandiosidad y la belleza puede tomar formas muy diferentes.
Scarlett aceptará la aparentemente irónica proposición de matrimonio de Rhett, tras sus dos matrimonios fallidos: uno realizado por despecho, el otro por necesidad y este último: por diversión.

Pero el fantasma del idealizado y platónico amor de juventud de Scarlett por Ashley resurgirá en la plenitud de su tercer y feliz matrimonio para traer la tragedia de nuevo.
Rhett en pleno arrebato, ebrio, tomará a su esposa. Para abandonarla justo cuando ella descubre la pasión que siente por él. Pero él no es consciente de ello e incapaz de soportar el rechazo de su esposa, se aleja de ella. Rhett se lleva consigo a Bonnie, la hija de ambos, tratando de colmar en ella el amor frustrado por Scarlett.

La niña echa de menos a su madre. Y es ahí cuando regresa para asumir, sin saberlo, las desgracias que se sucederán. Scarlett despechada por la frialdad con que Rhett vuelve sólo para abandonarla después, le ataca y en la acción cae por las escaleras. Pierde el hijo que ambos esperaban. Rhett, culpable y aún enamorado permanece junto a ella. Por desgracia, la mano negra les persigue y esta vez es Bonnie quien muere en un accidente. Rhett, arruinado en su cordura es devuelto al mundo gracias a Melany.

Mas será la última buena acción de esta mujer que los abandona junto con los otros dos.
Scarlett libre de amar a Ashley por fin, descubre que no fue más que una construcción que se desvanece en el momento de poder culminarla. Sin embargo, Rhett, no lo ve así y la abandona definitivamente con esa frase inolvidable: “Francamente, querida, me importa un bledo”.

Pero, ¿a quién le convence esa frase frente a un: “Ya lo pensaré mañana”?

6 comentarios:

  1. Adoro el Technicolor, adoro a Clark Gable y admiro a Scarlett. Ni 3D, ni Chroma Key, ni nada, pueden igualar esta obra.
    Menos resumen y más pasión. Esta obra es pasión, un poco de feeback, por favor.

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  2. Esta película tiene otro mérito...es de las pocas capaces de unir a una familia con miembros de todas las edades frente a la tele...y por más de cuatro horas...eso quiere decir algo!muy buen artículo,entran ganas de volver a verla

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  3. Que vuelva el glamour del technicolor, de las estrellas de Hollywood, de las historias de amantes y de guerras, de las mansiones y los palacios... Estoy triste. Estos tiempos me deprimen.

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  4. Gracias por tu comentario, Louella. La verdad es que el glamour se ha perdido, son otros tiempos. Vivimos el desastre del 3D, igual que cuando surge el sonoro, con todos esos personajes parlantes. Tal vez haya que esperar a un resurgir de un nuevo glamour...

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