¿Cuál será la energía del futuro? (primera parte)

Tras el terremoto de Japón y el posterior incidente nuclear en Fukushima, se ha abierto de nuevo el debate acerca de cuál debe ser la apuesta energética para el futuro. Dando por hecho que las fuentes de energía basadas en los combustibles fósiles tienen fecha de caducidad y que además tienen el inconveniente de la emisión, fruto de su uso, de los nocivos “gases de efecto invernadero”, resulta necesario buscar nuevas fuentes de energía...

Se trata de analizar las alternativas más prometedoras para sustituir a las actuales fuentes de energía a medio y largo plazo. Para ello vamos a estudiar los pros y contras de cada una de ellas. En esta primera parte vamos a hablar de las llamadas “energías renovables”, que pese a tener tan buena imagen, esconden tras de sí una serie de aspectos negativos que vamos a tratar de valorar.

Energía eólica: basada, como su propio nombre indica, en el uso del viento. Para ello, se construyen los llamados aerogeneradores (mas comúnmente llamados molinos de viento), que no son mas de un hélice parecida a la de los aviones, situada en lo alto de un mástil, que aprovecha la fuerza del viento para hacer girar un alternador solidario a dicha hélice. Entre las ventajas que tenemos al hacer uso de esta fuente de energía está el hecho de que es inagotable, el viento nunca dejará de soplar. Además, no se generan residuos de ninguna clase. Por contra, es una energía impredecible, es decir, no vamos a tener una generación fija de flujo energético, ya que al depender del viento habrá momentos de mayor generación y habrá otros en los que la producción eléctrica sea menor. Estos momentos son aleatorios y no tienen ni suelen coincidir con los momentos de mayor demanda energética. Como a día de hoy no somos capaces de almacenar los excedentes de energía eléctrica, necesitaremos de otras fuentes energéticas fijas para los momentos con poco viento. Pese a ser una energía limpia, provoca también un gran impacto ambiental ya que la poca potencia generada por cada aerogenerador, hace necesaria la instalación de gran numero de ellos, con lo que se produce un gran impacto visual, además de la contaminación acústica y la destrucción de hábitats. Por ejemplo, para sustituir sólo una de las centrales nucleares instaladas ahora mismo en España (centrales por otro lado obsoletas en cuanto a potencia generada) harían falta del orden de 400 aerogeneradores. Los mayores parques eólicos construidos ahora mismo en España sólo tienen 75.

Energía hidroeléctrica: usa la energía potencial de un salto de agua natural o provocado por una presa. El agua es conducida a unas turbinas, que mueven unos alternadores. No genera residuos ni gases pero altera enormemente los ecosistemas donde se construyen los embalses, llegando a cambiar paisajes por completo y provocando el desplazamiento de la fauna e incluso de las personas que viven en los valles anegados.

Energía solar: consiste en la transformación de la luz solar en energía eléctrica mediante el uso de paneles fotovoltaicos. Es también una energía inagotable y no provoca residuos directamente, pero comparte parte de los problemas de la energía eólica, ya que necesita de grandes superficies instaladas para que su generación de energía eléctrica sea apreciable y depende del número de horas de sol recibidas. A esto se añade los materiales nocivos empleados en la construcción de los paneles solares.

Energía de la biomasa: consiste en la utilización de biocarburantes procedentes de residuos agrícolas, cultivos especializados, residuos urbanos como combustible. Esta manera de obtener energía aprovecha residuos que de otra manera serían desaprovechados. Como desventajas podemos citar el hecho que genera desechos y gases nocivos y que invade cultivos tradicionalmente destinados al consumo humano.

Energía maremotriz: trata de aprovechar las diferencias de energía potencial debido a la diferencia de alturas en las mareas. Es una energía inagotable y predecible y por lo tanto se puede dimensionar en función de las necesidades. No genera residuos pero provoca importantes cambios en los ecosistemas tan vulnerables como lo son los ecosistemas marinos y costeros.