El Museo del Prado “por fuera”

Miles de turistas acuden a diario para admirar las grandiosas obras que se encuentran en una de las mayores pinacotecas del mundo: el Museo del Prado. Lo que muy pocas personas se han parado a contemplar es el arte plasmado en el propio edificio…

Durante el reinado de Carlos III se encargó a Juan de Villanueva la construcción de lo que hoy conocemos como Museo del Prado. El arquitecto se inspiró en los órdenes clásicos para el diseño del mismo, por lo que si nos detenemos a observar los diferentes accesos del mismo comprenderemos las diferencias entre los mismos sin necesidad de viajar a Grecia o Roma:

La Puerta de Velázquez o Pórtico Principal es el eje del edificio, que fue diseñado como un Templo Clásico. En esta entrada destaca el entablamento que reposa sobre las 6 columnas de orden toscano (o dórico romano) que se caracterizan por tener el fuste de sección circular y liso y no tener basa.

 

El orden jónico (más elegante y estilizado) queda patente en las galerías y la Puerta Norte o Puerta de Goya. El pórtico jónico sobre el que apoya un entablamento constituye la fachada de la segunda planta, a la que se accede a través de una rampa. Estas columnas se caracterizan por tener basa con toro y escocia, columna con estrías y capitel adornado con volutas.

 

La entrada del Pabellón Sur o Puerta de Murillo emplea el orden corintio. La planta inferior contiene la puerta de acceso y la superior es una logia formada por 6 columnas sobre las que apoya el entablamento. El estilo de estas columnas se caracteriza por tener basa compuesta por dos toros y una escocia intercalada, el capitel en este caso se encuentra decorado con hojas de acanto.



Los órdenes griegos (dórico, jónico y corintio) fueron modificados posteriormente por los romanos, dando lugar a los ódenes toscano y compuesto. Para comprender en profundidad los componentes que lo forman se puede consultar la presentación que se muestra a continuación:

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